Ilustración: Pamela Bertoni ® 2007

Anitram. . . .

La alineación de ciertos planetas, ha dado la pauta de que los cielos han querido que Anitram salga a recorre el Tiempo, y así descubrir los acontecimientos que determinaron la historia.
Anitram no pretende convertirse en la pitonisa de los murmullos de los hechos.
Tan solo nos cuenta estas cuestiones para que las sepamos, porque las vio, las vivió, se las contaron, las escucho en el susurro de la historia.
Nos cuenta cuentos de los cuentos, no los que sucedieron, sino lo que pudo haber sucedido, o sucederá, en un tiempo paralelo a este en donde alguien como yo o como usted estará leyendo este libro, siendo otro. Una simultaneidad de los tiempos, una historia simultánea, millones de historias simultaneas.
Hechos sucediendo al mismo tiempo, siendo otro el instante.

12/6/08

La Historia del Mar

Anitram, la de los ojos brillantes, nos cuenta historias, para entender mejor al tiempo, los acontecimientos, y las cosas. . .
Según dice, entre la Era Fucsia y la Era Turquesa, habitaban la tierra unos seres gigantes.
El planeta se encontraba con escasos habitantes que se distribuían lejanamente entre sí, ya que para ellos, todas las distancias eran cortas. Pasaban días y noches, en estado contemplativo, descifrando infinitos grabados en rocas y árboles, que contaban acontecimientos del tiempo.
Cada 50 o 51 bostezos de tiempo, se juntaban a compartir predicciones sobre lo que vendría, según decían los escritos arcaicos.
Todos coincidían, en un hecho que sucedería en cualquier lugar del planeta.Según cuentan los grabados, no se sabe cuando, ni donde, sucederá que dos estrellas se desprenderán del cielo, y allí, donde acaricien tierra, indicaran la existencia de un tesoro, único e inconmensurable.

Al sur de los témpanos dorados, vivía Eduber. Igual que sus coterráneos distantes, los días, iban de grabado en grabado, de bostezo en bostezo, de noches en noches, visitando estrellas con los ojos.

Una tarde de clima frugal, donde la luna empujaba al sol, intempestivamente, vio de repente, un fulgor centellante, que mancho la tierra de luz. A pocos metros de Eduber, la luz era desbordante en luz. Se acerco, y lo que su corazón palpitaba, era, dos estrellas fulgurantes e inmóviles, lo observaban.Inmediatamente recordó la profecía, y empezó a cavar un pozo, en busca del tesoro anunciado.

Después de cierta profundidad, el agua brotaba y nada aparecía.
Entonces comenzaba un nuevo pozo, a x distancia. Donde ocurría lo mismo.
Pronto llego la noche, la segunda noche, y la tercera; cada vez se alejaba mas de las estrellas, que a medida que el tiempo trascurría, bajaban su intensidad de fulgor.

Así pasaron meses, y la lejanía era total. Eduber, debía trabajar en la profundidad, y a cada pozo, mas agua, pero confiaba en que su hallazgo daría sentido a las estrellas, porque sino, para que su caída a la tierra.

Continuó en su empresa, y a cada pozo, mas agua, menos sentido, mas frustración. El agua lo cubrió casi todo. Durante largo meses, las estrellas esperaron en vano a Eduber.Un día, llego a sus orillas, una cajita de madera de abedul, con una inscripción en letras e oro, que decía “Tesoro”, dentro, dos papeles nacarados, uno con la palabra “Mar”.

Las estrellas descendieron al agua, como en un rito, como si nacieran de nuevo, cobrando un sentido, se bautizaron de Ser. Lustros después, Anitram encontró la cajita de madera de abedul, con un solo papel nacarado, que decía “Estrella de Mar”.

El Mar como ausencia y sacrificio, para las dos estrellitas. Para Eduber, entrega de su ser, para dar Ser.Así, lo que es ausencia, por entrega, es presencia, por sentido.”

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