Ilustración: Pamela Bertoni ® 2007

Anitram. . . .

La alineación de ciertos planetas, ha dado la pauta de que los cielos han querido que Anitram salga a recorre el Tiempo, y así descubrir los acontecimientos que determinaron la historia.
Anitram no pretende convertirse en la pitonisa de los murmullos de los hechos.
Tan solo nos cuenta estas cuestiones para que las sepamos, porque las vio, las vivió, se las contaron, las escucho en el susurro de la historia.
Nos cuenta cuentos de los cuentos, no los que sucedieron, sino lo que pudo haber sucedido, o sucederá, en un tiempo paralelo a este en donde alguien como yo o como usted estará leyendo este libro, siendo otro. Una simultaneidad de los tiempos, una historia simultánea, millones de historias simultaneas.
Hechos sucediendo al mismo tiempo, siendo otro el instante.

18/6/08

La Historia del Eco

He tenido de repente esa sensación de vacío, y recordé la manera en que mueren los pájaros silvestres, sin reparo, suspendidos en una intemperie feroz, absurda, infinita.
La luna se desactivo de todos nosotros, y yo esperándote, goteando tu venida.
Absorbiendo las manzanas más verdes, he contraído oscuridad, bebiendo la especialidad de las uvas, desperté a la nutria de oro, al sol de fuego, a los astros de sal, hacia la soledad más eterna, “la sinceridad”.
Volé sobre mil cielos buscándote, sufrí el destierro de los Ángeles malignos, y me encontré con un planeta llamado ANITRAM, y baile de alegría, grite burbujas de oro, suspire sol, llore las lagrimas más grandes, bendita la savia de la vida, gloria al Dios de los ojos azules, he encontrado a MARTINA.
Y te encontré sentada esperando al astro de fuego, a la lluvia de nácar, que dicen se avecinaba por esos tiempos, en estas galaxias, a las que nunca llegaría si no es porque te rehúsas a nacerte.
Me sorprendí de encontrarte, sin que te sorprendas, a la espera de un azul mayor del que te había llevado como regalo. Un azul enorme, que robe de unas de las paletas de Dios, un día de esos en los que estaba probando colores para el cielo y se decidió por celeste, porque el azul que había elegido desapareció de su paleta.
Y mirándome, me sofocaste de calor y me impediste hablar.
Se me permitió descansar un segundo bajo un abeto de inoxidables destellos, cuando para mi sorpresa desapareciste, te respiraste en el aire.
Me dispuse a buscarte, y descubrí que no había nadie con orejas, a quien hablarle, todos en el lugar exacto de las mismas, solo tenían parlantes, en la medida que les hablaba, reproducían lo dicho por mí, en consecuencia, era inevitable, solo practicaban el soliloquio; definitivamente era así, intente contactarme con unos de ellos y comencé a describirle quien era, de donde venia, y para que. Al final de mi explicación escuche con una fidelidad extrema mi voz diciendo exactamente lo que había dicho pero en tono de pregunta, si, exactamente lo mismo, o sea que mis palabras las oía así
-Soy Carlos?,
-He venido de la tierra?
-Estoy buscando a Martina?
De golpe todo comenzó a sonarme tan raro, me sentí confundido, escuche la palabra eco, una vez dos veces tres, cuatro. . tro, tro tro, tro . . . .

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